Un derbi que empieza con el Madrid sacando de centro lleva automáticamente al Ronaldo-Raúl-Zidane-Roberto Carlos-Ronaldo, con el brasileño de oro partiendo el espinazo de la defensa del Atleti y tirando por los suelos al Mono Burgos a los 14 segundos. Fue hace 20 años y este domingo el Atlético de Madrid fabricó su propio inicio estelar de derbi soñado, y por partida doble. A los tres minutos Lino, sin oposición, ejecutó un centro criminal, perfecto, combado, una pistola perfecta a la que Morata sólo tuvo que apretar el gatillo. Y a los pocos segundos de empezar la segunda parte, Saúl colocó otro centro que Morata remató de cabeza solo y tranquilo, colocándola en el único lugar de la portería al que Kepa no podría llegar nunca.

Esos dos goles del Atlético resumieron el partido de una manera muy particular. Los centros del Madrid los abortaba la defensa del Atleti en cuanto salían de la bota de los blancos porque los defensas rojiblancos encimaban sin respiro. Cuando centraba el Atlético a sus laterales les daba tiempo a pensar, a hablar del tiempo con el público, a preparar la celebración del gol. Tiene que ver con la intensidad y con una característica muy madridista que es la de empezar los partidos en la parra, esta temporada más de lo normal. Reto profundo cuando precisamente este año te falta tu mejor portero, tu mejor defensa y tu mejor delantero. Lo de jugar al más difícil todavía es divertido cuando se gana, no cuando te pintan la cara por salir del vestuario dormido. El Madrid no es tan bueno este año para regalar cosas. Tampoco para empezar con Tchoaumeni en el banquillo.

Y pese a todo, cuando despertó, compitió. No apartó la cara, ni cayó de rodillas con el 2-0 o el 3-1. Lo que ocurre es que al centro del campo descomunal de los blancos le falta arriba alguien que encienda las luces. El Madrid se hace con la pelota, amontona hombres fuera del área poniendo a circular la pelota entre un tráfico de piernas, y le faltan paredes (Benzema), regates (Vinicius), cosas que iluminen las habitaciones. Bellingham sólo no puede. Brahim quizá, pero juega poco. A la espera de Arda Guler, zurdo endemoniado. Marcó un golazo Kroos amagando con la zurda para chutar un misilazo. Fue tónica habitual: disparos a media distancia. Peligrosos casi todos: Rüdiger, Brahim, Kroos, Valverde.

Pero el Madrid no pudo. Tuvo enfrente a un equipo que jugó con el cuchillo entre los dientes y una puntería exquisita dentro del área ante un rival que defendió los centros calcetando. Tres cabezazos implacables (bellísimo el de Griezmann, a la esquina; no es Griezmann el chico más alto de clase, pero en el área del Madrid ayer hubiera rematado Torrebruno). Y así el Atleti fue matando al Madrid, a ratos por asfixia y otros con balas plateadas. La primera bofetada que se lleva el Madrid este año es de las que duelen, en su ciudad y ante el adversario que más ganas le tiene; la olla del Metropolitano puso a hervir a los jugadores blancos y les enseñó la lección fundamental que el Madrid deberá aprender este año: si ganas in extremis al Unión Berlín y la Real Sociedad con goles de rebote y crees que el camino está siendo bueno y que “el Madrid es esto”, llegará un Atleti o alguien parecido en momentos más delicados para recordarte que los partidos no empiezan en el 85, que todo el mundo te quiere ganar, que saber sufrir es tan importante como saber dejar de hacerlo a tiempo.

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