Cuando Takefusa Kubo (Kawasaki, 22 años) estaba en categoría alevín, ya era un futbolista famoso. “Mira, ese es el japonés que ha fichado el Barça”, era el comentario de los aficionados en el torneo Etorkizun que se jugó en 2012 en Arrigorriaga (Bizkaia). Destacaba. Se llevó la bota de oro como máximo goleador. Era una de las perlas que la Masia quería cultivar, pero que tuvo que regresar a Japón cuando la FIFA determinó que el Barcelona estaba violando la política de transferencia internacional de jugadores.
Pero Kubo estaba empeñado en regresar a Europa. Lo hizo al cumplir la mayoría de edad, aunque cambió de bando. Se fue al Real Madrid, no llegó a debutar, y encadenó cesiones en el Mallorca, el Villarreal y el Getafe para regresar de nuevo a Palma. Seguía perteneciendo al Madrid, pero no tenía sitio en el equipo, así que en los despachos blancos consideraron la posibilidad de un traspaso. Y allí apareció la Real Sociedad.
En Zubieta, Olabe y su equipo no tuvieron dudas, pese a los bandazos de Kubo de aquí para allá. Con los datos que manejaban, pensaron que el futbolista japonés encajaría como un guante en el esquema de Imanol, y no se equivocaron. Sin problemas de adaptación porque domina el español como un nativo, se integró muy rápido en la dinámica de fútbol del equipo txuriurdin, aunque él tuviera dudas antes de llegar. “Yo veía un equipo casi imbatible en casa. Entre el ambiente de la afición y el juego que hacen, te acababas mareando y te iban matando lentamente”, comentó, “pero una vez dentro noto que más que calidad, que también, hay mucho trabajo, analizamos mucho al rival, según el que sea, hacemos una salida u otra. Está todo muy entrenado”.
Firmó por cinco años, y agradece a la Real Sociedad que su convocatoria para el Mundial de 2022 se debió a jugar con su camiseta. “Este equipo hace buenos a los jugadores”, confesaba. “Si no llega a ser por la Real, no voy al Mundial”, decía poco después de ser convocado por Japón. Se convirtió enseguida en uno de los puntales de la Real, consiguió que decenas de compatriotas acudan cada fin de semana a Anoeta para verle jugar y que los medios de comunicación de su país estén atentos a los partidos de la Real. Para Imanol fue titular indiscutible, marcó nueve goles y se convirtió uno de los puntales en la clasificación, después de 10 años, para la Champions. Frente al Inter, el miércoles, cumplirá el sueño de cualquier profesional de escuchar la versión de la pieza de Händel escrita por Tom Britten que sirve de banda sonora a la competición europea.
Pero Kubo sigue creciendo. Ha sido el mejor de la Real en agosto y septiembre. Suma ya tres goles y tres asistencias. En el Bernabéu, donde cuajó una primera parte excepcional, le puso la pelota a Barrenetxea en el primer gol y marcó otro, anulado por fuera de juego de Oyarzabal. Ancelotti sufrió con su uno contra uno. “Ha jugado muy bien”, decía al acabar. ¿Regresará?
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