Qué hacer si alguien tiene un problema de salud mental

https://nohoartsdistrict.com/wp-content/uploads/2021/06/Depositphotos_166759134_l-2015.jpg

La salud mental es un aspecto fundamental y muchas veces desatendido en el bienestar integral de las personas. Apoyar a alguien que atraviesa un problema de salud mental puede ser un desafío, lleno de incertidumbres y emociones encontradas. Sin embargo, el acompañamiento adecuado puede marcar una diferencia significativa en la vida de quien padece una dificultad psicológica o emocional.

Identificando los indicios de un trastorno de salud mental

El paso inicial para ofrecer ayuda eficaz es tener la habilidad de reconocer variaciones en el comportamiento y el estado emocional. Algunos signos comunes son:

  • Cambios significativos en el estado emocional: episodios recurrentes de tristeza, ira, ansiedad o desinterés.
  • Variaciones en los patrones de sueño o alimentación: insomnio continuo, dormir en exceso, pérdida o aumento inusual del apetito.
  • Reclusión social: tendencia a evitar encuentros con amigos y familiares, dejar de participar en actividades comunes.
  • Dificultades para concentrarse o rendir: bajo rendimiento en el trabajo o los estudios, olvido frecuente de quehaceres diarios.
  • Signos físicos: dolores de cabeza, agotamiento, malestares sin causa aparente que persisten con el tiempo.

Estos indicios pueden diferir en cuanto a la intensidad y el tiempo de duración. Es crucial no subestimar las señales ni pensar que son dificultades temporales. Un análisis cuidadoso y lleno de empatía ayuda en el acercamiento y la comprensión.

La importancia de la escucha activa y el respeto

Proveer ayuda empieza con la atención consciente, una destreza que implica concentrarse sinceramente, sin interrumpir ni juzgar. Las personas que enfrentan ansiedad, depresión u otros problemas de salud mental a menudo sienten que no se les comprende o se les ignora. Un caso ejemplifica este hecho: Marta, una estudiante universitaria, comenzó a evitar las reuniones y descuidó su desempeño académico. Su amiga Laura, en lugar de insistir, decidió sentarse junto a ella y simplemente preguntarle cómo se encontraba, mostrando empatía y cordialidad. Este sencillo movimiento creó el entorno adecuado para que Marta se sintiera cómoda compartiendo su situación.

Algunos lineamientos esenciales para practicar la escucha activa son:

  • Mantener el contacto visual para demostrar interés.
  • Evitar interrumpir mientras la otra persona habla.
  • Reflejar y validar emociones. Decir, por ejemplo, “entiendo que te estés sintiendo abrumado”.
  • No trivializar el problema, evitando frases como “anímate, no es para tanto”.

El respeto hacia los momentos y pausas de la otra persona es fundamental. Insistir en confidencias o en soluciones rápidas podría generar el efecto opuesto e incrementar el aislamiento.

El acompañamiento responsable: cuándo intervenir y cómo orientar

A veces, el respaldo de seres queridos no basta. Es crucial identificar los límites de nuestra función y promover la obtención de ayuda especializada. Por ejemplo, si surgen ideas de autolesión o suicidio, es necesario intervenir de inmediato y comunicarse con los servicios de emergencia o expertos en salud mental.

Al proporcionar consejos, es importante informar sin presionar. Algunas expresiones que pueden resultar útiles son:

  • «¿Consideraste la posibilidad de consultar con un psicólogo? Estoy aquí para acompañarte si lo precisas.»
  • «No te encuentras solo/a, muchas personas enfrentan situaciones parecidas y mejoran con apoyo profesional.»
  • «Si lo deseas, puedo asistirte en encontrar sitios o individuos para hablar.»

Diversos estudios, como los realizados por la Organización Mundial de la Salud, demuestran que los entornos de apoyo disminuyen el riesgo de recaídas y potencian la efectividad del tratamiento. La orientación debe enfocarse en empoderar, nunca en sustituir la decisión de la persona afectada.

Evitando mitos, estigmas y frases dañinas

Prevalecen aún muchas creencias erróneas sobre la salud mental. Algunas frases que deben evitarse, por su carga negativa, son: “deberías ser más fuerte”, “eso es solo falta de voluntad”, “la depresión es pura flojera”. Estos estigmas obstaculizan la búsqueda de ayuda y profundizan el sufrimiento.

Desmontar estos mitos implica educarnos y educar a otros. Por ejemplo: la depresión es una condición médica compleja, que involucra factores neuroquímicos, psicológicos y sociales, no simple desánimo. Asociaciones como la Confederación Salud Mental España ofrecen materiales informativos y campañas para erradicar la discriminación.

El cuidado personal del cuidador

Apoyar emocionalmente a otra persona puede ser extenuante y afectar el propio bienestar. Quienes desempeñan un rol de contención deben practicar el autocuidado, reconociendo sus propios límites y emociones. Buscar espacios para conversar con profesionales, compartir la carga con otros miembros de la red de apoyo y establecer momentos de pausa son estrategias recomendadas.

Un ejemplo claro es el de Carlos, que acompañó a su hermano durante varios meses en un periodo de depresión. Con el tiempo, Carlos comenzó a experimentar fatiga emocional y señales de ansiedad. Acudir a un psicólogo le ayudó a entender lo esencial de cuidar de sí mismo, sin dejar de ser un apoyo para su hermano.

Estrategias concretas para acompañar a alguien con un problema de salud mental

Las siguientes acciones pueden ser de utilidad práctica:

  • Ofrecer actividades juntos. Invitar a caminar, cocinar o realizar alguna actividad placentera, sin presionar.
  • Ayudar en trámites o gestiones. Acompañar a la consulta médica, colaborar en la organización de horarios o medicamentos.
  • Facilitar información veraz sobre recursos de salud mental disponibles en la localidad.
  • Incentivar la expresión creativa. Animar (si la persona lo desea) a escribir, dibujar o realizar actividades artísticas que canalicen emociones.
  • Construir una red de apoyo involucrando a otras personas de confianza, con el consentimiento de quien atraviesa la dificultad.

Cada caso es particular, por lo que es crucial ser flexible y estar atento a las necesidades de cada individuo.

Visión social y cultural en el respaldo

Es crucial analizar cómo los contextos sociales y culturales moldean la percepción de la salud mental y las formas de brindar apoyo. En muchas culturas hispanohablantes, persiste el paradigma de la fortaleza y el silencio frente a las dificultades emocionales. Romper este esquema implica promover entornos de diálogo y comprensión, donde el pedir ayuda no sea sinónimo de debilidad, sino una manifestación de inteligencia emocional.

Organizaciones comunitarias, redes vecinales e instituciones educativas pueden desempeñar un rol transformador, generando espacios inclusivos y campañas informativas que derriben los prejuicios.

Los avances tecnológicos han ampliado las opciones de acompañamiento, especialmente a través de líneas telefónicas, aplicaciones de apoyo psicológico y comunidades virtuales. No obstante, el contacto humano directo sigue siendo insustituible en la mayoría de los casos.

Apoyar a alguien con un problema de salud mental implica mucho más que palabras de ánimo: exige empatía, información adecuada y prácticas concretas que sumen a la recuperación o estabilidad del ser querido. Este proceso fortalece tanto a quien recibe el apoyo como a quien lo ofrece, generando vínculos humanos más sólidos y comprensivos. En un mundo donde los desafíos emocionales son cada vez más frecuentes, cultivar la sensibilidad y el respeto hacia las personas que atraviesan dificultades psicológicas es una señal de madurez social y personal. El acompañamiento, cuando es genuino y bien informado, se convierte en un pilar clave para la superación y el bienestar colectivo.

Por Castro Alarcón Lino

Descubre más