Entregado primero a Barrios para sostenerse, sufridor de un carrusel de mediocentros por las lesiones del canterano y Witsel, al Atlético se le escapó la victoria por un cabezazo en la última jugada de Provedel, el meta del Lazio, en el minuto 94. Éste ya había sido decisivo en un mano a mano con Lino que hubiera cerrado el partido y terminó por empatarlo. Se había sobrepuesto el equipo de Simeone a un mal primer tiempo, generó juego y ocasiones en el segundo y se encontró con ese varapalo final que supone que el meta contrario te marque un gol en su subida al área rival a la desesperada.

1

Ivan Provedel, Luca Pellegrini (Manuel Lazzari, min. 37), Patric, Romagnoli, Adam Marusic, Luis Alberto, Matias Vecino (Cataldi, min. 76), Daichi Kamada (Matteo Guendouzi, min. 61), Immobile, Felipe Anderson (Gustav Isaksen, min. 61) y Zaccagni (Pedro, min. 76)

1

Atlético

Oblak, Witsel (Correa, min. 74), Savic, Mario Hermoso, Nahuel Molina, Samuel Lino (Rodrigo Riquelme, min. 79), Pablo Barrios Rivas (Giménez, min. 45), Saúl, Marcos Llorente, Griezmann y Morata

Goles 0-1 min. 29: Pablo Barrios Rivas. 1-1 min. 94: Ivan Provedel.

Árbitro Slavko Vincic

Tarjetas amarillas Griezmann (min. 26), Samuel Lino (min. 66), Immobile (min. 83) y Correa (min. 93)

Sin juego alguno en el primer tiempo, dimitido de la pelota, el Atlético tuvo primero que encomendarse a Pablo Barrios. El chico canterano metido a mediocentro por Simeone antes de tiempo por la lesión de Koke mostró el camino a los suyos cuando peor pintaba el encuentro. En torno a Barrios se juntaron los futbolistas de Simeone para defender y para encontrar algo de sentido al juego cuando el balón pasaba por las botas del querubín. Fue el mejor con la pelota y sin ella. El balancín en el que convirtió el Lazio el partido por el sobeteo pastoso de sus toques murió muchas veces en el instinto del chico para recuperar la pelota.

Solo el atípico Luis Alberto, gobernador de ese fútbol pausado que propone Maurizio Sarri en los tres cuartos de campo, se constituyó en una amenaza para el Atlético. En este fútbol de futbolistas ciclados físicamente y de turbo permanente, las pisadas de balón de Luis Alberto son anacrónicas. Es una honra a la pelota y a su supremacía. Una manera de decir: “Primero pienso, luego toco”. Tiene mucho mérito su carrera en Italia y el haberse convertido en todo un símbolo de un club histórico. Una volea suya apuró a Oblak. Podrán decir Simeone y el cholismo que el Lazio apenas les inquietó en el primer tiempo, que defendieron bien los espacios. El problema es cuando se enfrente a equipos con más inventiva, más desborde y más pólvora. Ceder tanto espacio y tanta posesión de manera voluntaria no son los rasgos con los que Simeone y sus futbolistas pudieron dignificarse la segunda parte de la temporada pasada.

Hace tiempo ya que el Atlético es menos Atlético cuando decide replegarse en campo propio. No encontraba una salida limpia de la pelota ni con Hermoso ni con Witsel y tampoco se estiraba por los costados con Nahuel y Lino. Éste es el principal candidato para suplir el agujero que ha dejado en el carril izquierdo la marcha de Carrasco. Preocupante también fueron los primeros 45 minutos de Griezmann, muy lejos del <CF1001>todocampista</CF> que lideró al equipo tras el Mundial de Qatar.

En medio de esa nadería una pelota larga la bajó Nahuel Molina en el pico del área. Paciente, levantó la vista y vio la llegada de Barrios. El derechazo se coló tras pegar en Kamada. En media hora, el Atlético había hecho poco, pero que el chico eligiera bien descolgarse para asomarse al balcón del área le puso por delante.

El tanto elevó aún más la ascendencia y la trascendencia de Barrios. Sus compañeros se entregaron a él cuando pedía la pelota y Simeone le jaleaba cada vez que se imponía en un quite. Pagó el chaval los sobreesfuerzos. Se fue renqueando al descanso y ya no regresó.

La lesión de Barrios obligó a Simeone al primer retoque en el corazón del centro del campo. Giménez entró y Witsel abandonó el eje de la defensa de tres centrales para ocupar el lugar de Barrios. El belga contribuyó a mantener la crecida del equipo que había iniciado Barrios. Fue otro Atlético, más dominador del balón en campo contrario. Esto favoreció a que emergiera el Griezmann que se echó de menos en el primer tiempo. Comenzó a buscar los espacios libres para engarzar triangulaciones que descomponían al Lazio. Se empezó a gustar el Atlético al toque con el francés de repartidor de fútbol fácil. Con todo, una mala entrega de Oblak la interceptó Luis Alberto de cabeza para asistir a Immobile. El meta esloveno corrigió su error achicando con rapidez el espacio al veterano delantero italiano.

Ese susto dio paso a una cascada de ocasiones para que el Atlético cerrara el partido. Primero Griezmann pateó a la grada un remate franco con toda la portería para él después de una buena incursión de Llorente. Al poco, Morata empaló mal un disparo que se estrelló en el palo tras tocar en un jugador del Lazio. Provedel tapó un mano a mano con Lino en otra oportunidad que se antojaba definitiva.

La respuesta del Lazio al torrente de juego que desplegaba el Atlético fue un disparo esquinado y envenenado de Marusik que exigió una buena mano de Oblak. Una jugada aislada que envalentonó al equipo de Sarri. Más todavía cuando Witsel también se rompió. Saúl ejerció de tercer mediocentro para tratar de aguantar los empujones del Lazio. Tenía la victoria en la mano, hasta que apareció la cabeza de Provedel.

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