Corría el minuto 53. Megan Rapinoe acababa de sacar un córner que acabó en el segundo gol de su equipo y de lanzar una falta que se marchó rozando el larguero. En el cartel de los cambios apareció su número, el 15. Cedió su brazalete de capitana, se abrazó una a una a sus compañeras con una sonrisa que le iluminaba el rostro y, tras una reverencia de las suyas a unos espectadores completamente entregados, la estrella de la selección femenina de fútbol de Estados Unidos cerró el capítulo más exitoso de su carrera, el del equipo nacional.

Se trataba de un partido amistoso contra Sudáfrica, convertido en homenaje de despedida a una futbolista que ha marcado una época. Rapinoe, de 38 años, dice adiós a la selección con una sonrisa y no con las amargas lágrimas de la eliminación en octavos de final frente a Suecia en el Mundial de Australia y Nueva Zelanda, cuando falló un penalti decisivo en la tanda de desempate. Rapinoe se va con un palmarés repleto de trofeos y reconocimientos, pero deja también una impronta que va mucho más allá de lo deportivo.

“Siento que he podido crecer delante de todos vosotros. Estamos aquí en Chicago, pero hay tantos aficionados en todo el país y en todo el mundo. Cuando pienso en lo que significa para mí representar no solo a este equipo, sino a nuestro país, es como una pequeña instantánea de todos vosotros. Creo que este equipo siempre se ha sentido muy orgulloso de ello. De mostrarnos tal y como somos. Sé lo importante que es para mí. Sé lo importante que es para todo el equipo. Hemos luchado tanto en el campo, nos hemos divertido tanto y hemos tenido tanto éxito”, dijo Rapinoe desde el centro del campo, micrófono en mano al acabar el partido.

“Hemos luchado tanto fuera del campo para seguir creando más espacio para nosotras, para ser quienes somos, pero espero que a la vez más espacio para vosotros, para ser quienes sois. Ha sido un gran honor poder llevar esta camiseta y jugar con todas estas jugadoras increíbles y vivir mi sueño de la infancia delante del mundo. Muchas gracias por querernos y apoyarnos siempre, por corear todo lo que cantamos, solo que mucho más alto. Por apoyarnos siempre y por todas las cosas que nos importan. No me voy a ir para siempre. No os preocupéis, ahora soy uno de vosotros. Soy la mayor fan de este equipo”, añadió. Por momentos la voz se le quebraba y alguna lágrima asomaba.

La jugadora nacida en Redding (California) ha logrado convertirse la imagen de su deporte. Con la selección estadounidense, logró el oro en los Juegos Olímpicos de 2012, fue subcampeona en el Mundial de 2011 (tras perder la final en los penaltis) y ganó los Mundiales de 2015 y 2019. En este último no solo fue la máxima goleadora, sino que también fue reconocida como la mejor jugadora en el conjunto del torneo y en tres de los partidos que disputó, incluida la final. Dejó en ella una de las imágenes más icónicas de ese periodo de dominio estadounidense, celebrando un gol de la final con los brazos extendidos y su pelo teñido de color lila. Ese mismo año fue elegida la Mejor Jugadora de 2019 por la FIFA y recibió el Balón de Oro, siendo la primera futbolista en la historia en lograr ambos galardones.

Megan Rapinoe, capitana de la selección estadounidense, festeja un gol frente a Holanda en la final del Mundial de 2019.Francisco Seco (AP)

Rapinoe, sin embargo, deja un legado que escapa del rectángulo de juego. Ha sido una incansable activista por la igualdad y el reconocimiento del fútbol femenino. Tras varios años de reivindicaciones desatendidas, fue una de las 28 jugadoras que demandaron a la Federación Estadounidense de Fútbol (USSF) el 8 de marzo de 2019 por discriminación ante un tribunal de Los Ángeles, reclamando igualdad salarial con el equipo masculino. Los jugadores de la selección masculina de fútbol ganaban más dinero por clasificarse para el mundial que las futbolistas por ganarlo. Cuando las estadounidenses se coronaron campeonas del mundo en Francia en 2019, justo antes de que Rapinoe levantara el trofeo, los espectadores en el estadio de Lyon gritaban: “Equal pay, equal pay!” ( “¡Igualdad salarial, igualdad salarial!”]. Fruto de aquella demanda, la Federación estadounidense anunció en mayo de 2022 sendos acuerdos con las asociaciones de futbolistas de uno y otro sexo que implican para que las selecciones masculina y femenina cobraran lo mismo.

Es una de las deportistas que se han declarado homosexuales abiertamente y ha apoyado las causas LGTB, incluyendo los derechos de las personas trans, especialmente los menores. En 2012, semanas antes de los Juegos Olímpicos de Londres, Rapinoe reveló públicamente que era lesbiana en una entrevista para la revista Out, en la cual indicaba que había mantenido una relación con la futbolista australiana Sarah Walsh desde 2009. Tras casi cinco años juntas, rompieron su relación en 2013. Luego, Rapinoe y la artista Sera Cahoone anunciaron su boda en agosto de 2015, pero acabaron rompieron su compromiso. Posteriormente, comenzó una nueva relación y se casó con la jugadora de baloncesto Sue Bird, cinco veces campeona olímpica con el equipo de baloncesto de Estados Unidos, que estaba este domingo acompañándola en Chicago. Rapinoe se pronunció también en contra de la discriminación racial (en 2016 se arrodilló durante el himno nacional en solidaridad con Colin Kaepernick). En 2022, el presidente Joe Biden le otorgó la Medalla Presidencial de la Libertad, el honor civil más importante de Estados Unidos.

El partido de despedida se disputó en el estadio Soldier Field de Chicago, cuyas gradas estaban pobladas de pancartas de agradecimiento a Pinoe, como la llaman cariñosamente los aficionados. Antes, durante y después del partido recibió todo tipo de reconocimientos y mensajes de homenaje.

Dotada de una gran técnica, Rapinoe ha sido durante años goleadora, asistente habitual a sus compañeras y la especialista a balón parado de la selección estadounidense. Incluso en el partido de despedida seguía lanzando las faltas y los saques de esquina. Aunque los goles directos de córner se llamen olímpicos, ningún futbolista, hombre o mujer había logrado uno en unos Juegos hasta que ella lo marcó en los de Londres de 2012. Repitió con otro gol doblemente olímpico en Tokio en 2021.

En su partido de despedida, el primer gol llegó en el minuto 18, en una volea de Trinity Rodman, hija de Dennis Rodman, tras un pase preciso de Alex Morgan. El segundo lo marcó de cabeza Emily Sonnet en el minuto 5 de la segunda parte tras despejar la portera surafricana un córner botado, cómo no, por Rapinoe, que concluye su carrera en la selección con una victoria (2-0). A la futbolista aún le quedan unos cuantos partidos más de temporada regular con el OL Reign, entre ellos la despedida frente a su afición, prevista para el 6 de octubre en Seattle. Otro día de sonrisas y lágrimas.

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