La política evita los espacios vacíos, y siempre surge alguien con una respuesta —por muy populista o interesada que sea— ante las crisis no resueltas. La ambigüedad con que el líder del Partido Laborista, Keir Starmer, ha tratado hasta ahora la invasión sin cuartel que Israel ha lanzado contra Gaza ha resucitado la guerra no resuelta en el seno de su partido. George Galloway, el exdiputado laborista, ha arrasado en la elección parcial celebrada este jueves en la circunscripción de Rochdale, al frente del Partido Británico de los Trabajadores. El izquierdista radical y populista, que abandonó hace décadas el laborismo para convertirse en su bestia negra, obtuvo el 40% de los votos en una localidad que cuenta con un 30% de población musulmana. “Keir Starmer, esto es por Gaza”, ha dicho Galloway al proclamar su victoria. “Pagarás un alto precio por el papel que has jugado para hacer posible, jalear y hasta encubrir la catástrofe que ocurre hoy en la Gaza ocupada”, ha denunciado.
El candidato laborista, Azhar Ali, ha quedado en cuarta posición. No hizo campaña, y el partido le había retirado su apoyo, después de que se dedicara a propagar la enésima teoría de la conspiración antisemita en un acto de campaña. De nada sirvieron sus posteriores disculpas, aunque, por una cuestión reglamentaria, su nombre se mantuvo hasta el final en la papeleta porque los laboristas ya no disponían de plazo para presentar una candidato alternativo.
“Lamento haber retirado el apoyo al candidato y pido disculpas a los votantes de Rochdale, pero tomé esa decisión y sigo pensando que fue la correcta. Cuando aseguraba que había cambiado al Partido Laborista, lo decía en serio”, ha asegurado Starmer este viernes.
Las elecciones parciales de Rochdale respondían al fallecimiento por cáncer del diputado laborista Tony Lloyd, que representaba a esa circunscripción. Los votantes han sido convocados de nuevo a las urnas para cubrir ese hueco. Lo que debía ser un paseo triunfal para el partido de Keir Starmer acabó convirtiéndose en una derrota caótica.
El 30% de los votantes de izquierdas de la circunscripción son musulmanes, y existe amplio malestar en esa comunidad ante la tibieza y cálculo político que el líder laborista ha desplegado en su respuesta a los ataques de Israel en Gaza. Más de dos docenas de cargos laboristas locales musulmanes de la región han dimitido en protesta por la estrategia de la dirección ante ese conflicto. En su obsesión por erradicar el antisemitismo heredado de la era del líder anterior, Jeremy Corbyn, Starmer ha desplegado una firmeza que, para las corrientes más izquierdistas y “corbynistas” del partido, tenía más rasgos de intransigencia. El candidato defenestrado, Azhar Alí, era muy popular en la circunscripción y, sobre todo, defendía con aplomo una postura contraria a cualquier manifestación de islamismo radical.
“Esta derrota del laborismo era innecesaria y ha sido un gol en propia puerta”, ha aprovechado para señalar la corriente interna del laborismo Momentum, que resultó clave hace una década para impulsar a Corbyn al liderazgo de la formación. “El error de Starmer de ser incapaz de estar al lado de Gaza en su hora de más necesidad ha dejado a Galloway las puertas abiertas”, han señalado. “Debemos defender ya un alto el fuego inmediato y permanente en Gaza”, exigían a Starmer.
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Populismo de extrema izquierda
Galloway es un político, presentador y periodista que, desde un populismo de extrema izquierda que le enfrentó en su momento a Tony Blair —al que dedicó gruesas palabras por la guerra de Irak— ha logrado entrar en el Parlamento hasta por cuatro circunscripciones diferentes a lo largo de 25 años. En dos ocasiones como candidato del Partido Laborista. En otras dos, al frente de la formación que él mismo fundó, el Partido del Respeto. A sus 69 años, Galloway vio la oportunidad y decidió volver a presentarse por Rochdale. Su discurso propalestino y antiélites ha cosechado apoyos entre una población que se siente abandonada y en su día respaldó el Brexit.
“[Esta victoria] va a ser la chispa de todo un movimiento, un corrimiento de tierras, un cambio en las placas tectónicas, un montón de nuevos candidatos al Parlamento”, proclamaba Galloway. “El Partido Laborista ha recibido el mensaje de que ha perdido la confianza de millones de sus votantes, que lo habían respaldado lealmente durante generaciones”, anunciaba.
El discurso del candidato responde más al afán de venganza y al oportunismo de un hombre repudiado por su partido que al surgir de ese nuevo “movimiento” que proclama. Pero su victoria señala la gran debilidad de Starmer, que en su afán por llevar al partido hacia el centro lo ha alejado de causas tradicionales de la izquierda como la defensa del pueblo palestino.
Starmer respaldó en un principio, después del atroz ataque perpetrado por Hamás el 7 de octubre, el derecho de Israel a defenderse. Al comenzar a conocerse el número de víctimas en Gaza por la ofensiva militar, el líder laborista se resistió a pedir un alto el fuego, con el argumento de que sería inútil y permitiría a Hamás rearmarse.
Ante el clamor de gran parte de su partido, acabó presentando la semana pasada en la Cámara de los Comunes una petición de “alto el fuego humanitario inmediato” a las dos partes del conflicto. De poco sirvió, porque a ojos de muchos votantes de los casi cuatro millones de musulmanes que viven en el Reino Unido, Starmer no ha estado a la altura.
La derrota de Rochdale, sin embargo, es compartida. Ninguno de los partidos tradicionales —laborista, conservador o liberal demócrata— ha obtenido más del 12% de los votos. Junto al 40% de Galloway, el candidato independiente David Tully, el dueño de un taller de reparación de vehículos que se presentó en el último momento, ha obtenido un respaldo del 21%.
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