La economía de Estados Unidos está en un punto de inflexión en que cada dato admite varias lecturas. La inflación bajó en el mes de octubre al 3,2%, desde el 3,8% de septiembre, lo que supone un paso más en el camino hacia la estabilidad de precios, según los datos que ha hecho públicos este martes la Oficina de Estadísticas Laborales. El descenso, sin embargo, se debió sobre todo al abaratamiento de la gasolina, de modo que la inflación subyacente, que no incluye los alimentos ni la energía, resiste muy alta y está aún en el 4,0%, en línea con el 4,1% de octubre y muy por encima del objetivo de inflación del 2%. Las cifras, por otro lado, son ligeramente mejores a las previsiones de los analistas.
La inflación lleva sin situarse por debajo del 3% en Estados Unidos desde marzo de 2021. La recuperación de la demanda tras la pandemia con una política fiscal y monetaria muy laxa y el estrangulamiento de la cadena de suministros hicieron subir los precios. Los problemas de oferta se agravaron con la guerra de Ucrania, que impulsó la cotización del petróleo, los alimentos y otras materias primas. La inflación marcó un máximo del 9,1% en junio de 2021, la más alta en cuatro décadas, erosionando de forma casi irremediable la popularidad del presidente, Joe Biden.
Desde entonces estuvo bajando 12 meses de forma ininterrumpida hasta el 3,0% de junio pasado. El repunte de la gasolina hizo que los precios acelerasen de nuevo su marcha en agosto y septiembre. El tramo final hasta el objetivo del 2% es el que se muestra más complicado para los responsables de la política monetaria, que llevan más de un año tratando de lograr el ansiado aterrizaje suave de la economía: controlar los precios sin sufrir una recesión en toda regla.
Aun así, la impresión general que se ha adueñado del mercado es que la economía ha empezado a frenar y que Reserva Federal ya ha culminado sus subidas de tipos de interés. Su presidente, Jerome Powell, insiste en que no le temblará el pulso en elevar el precio del dinero más allá del rango del 5,25%-5,50% en que se sitúa desde el verano si es necesario, pero en el mercado creen que va un poco de farol.
Tanto es así que los analistas están más centrados ya en cuándo y cuánto bajarán los tipos de interés en 2024 y hay algunos que tienen pronósticos bastante agresivos. Los estrategas de UBS Investment Bank pronostican que la Reserva Federal bajará los tipos de interés el año próximo 275 puntos básicos, casi cuatro veces más de lo que prevén los mercados. Y no solo eso, sino que el continuo descenso de la inflación permitirá al banco central empezar a relajar su política ya en marzo agresivamente. “La inflación se está normalizando rápidamente”, afirma Bhanu Baweja, de UBS en declaraciones recogidas por Bloomberg. “Para cuando lleguemos a marzo, la Fed se encontrará con tipos reales muy elevados”, añade.
Morgan Stanley también prevé fuertes recortes: en junio de 2024, después en septiembre y en cada reunión a partir del cuarto trimestre. Quizá estén vendiendo la piel del oso antes de cazarlo. Goldman Sachs, en línea con lo que cotiza el mercado, no ve la primera bajada de tipos hasta dentro de un año.
Las propias expectativas de un ablandamiento de la política monetaria van en contra de que se produzcan. Una relajación de las condiciones financieras en los mercados puede provocar que el banco central se lo piense dos veces antes de sumarse a la fiesta, al igual que ha sido su endurecimiento, con un dólar fuerte y unos tipos de los bonos altos en el mercado secundario, lo que ha permitido a Powell ahorrarse alguna subida de tipos adicional.
La última encuesta a gestores de fondos realizada por Bank of America muestra que el guion de los inversores para 2024 incluye “aterrizaje suave, tipo más bajos y dólar más débil”.
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