Emmanuel Macron ha ofrecido este jueves a Córcega, isla mediterránea con una identidad marcada y altos índices de violencia y pobreza, una autonomía limitada. El presidente de la República, en un discurso ante la Asamblea corsa en la ciudad de Ajaccio, se declaró favorable a estudiar la posibilidad de permitir a la región que adopte sus propias normas en una serie de competencias que París transfiera. También aceptó que Córcega y su singularidad figuren en la Constitución francesa con un artículo específico.

Pero Macron rechazó la cooficialidad de la lengua autóctona, así como otra reclamación central de los nacionalistas: el llamado “estatuto del residente”. Es decir, la exclusión de los no residentes de la compra de propiedades en la isla para preservar la costa y frenar la especulación inmobiliaria.

“Tengamos la audacia de construir una autonomía para Córcega dentro de la República”, resumió el presidente. “El statu quo sería un fracaso para todos”. El discurso de Macron culmina un año y medio de debates sobre un nuevo estatuto de Córcega. Y abre un nuevo ciclo de negociaciones que podría desembocar en una reforma constitucional.

En marzo de 2022, el asesinato en una prisión de la Francia continental de Yvan Colonna, un nacionalista corso condenado a cadena perpetua por el asesinato, en 1998, del prefecto Claude Érignac, desató varios días de violencia en la isla. El Frente de Liberación Nacional de Córcega (FLNC), grupo terrorista que había depuesto las armas en 2014, amenazó con retomarlas. Y surgió un grupo llamado Ghjuventù Clandestina Corsa (Juventud Clandestina Corsa) que, desde entonces, ha perpetrado incendios contra segundas residencias, material de construcción o campings.

“Estamos dispuestos a ir hasta la autonomía”, prometió durante los disturbios el ministro del Interior, Gérald Darmanin. No precisó el significado de la palabra “autonomía”, pero se puso en marcha un proceso que llevó, el pasado julio, a la adopción, en la Asamblea corsa, de un proyecto apoyado por los votos de la mayoría autonomista y la oposición independentista.

El discurso de Macron ante el hemiciclo de Ajaccio era una respuesta a este proyecto. No es el primer presidente de la República que se dirige a la Asamblea corsa, pero el gesto era un reconocimiento a la particularidad de la isla, un reflejo de la solemnidad del momento.

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El presidente francés, Emmanuel Marcro (a la izquierda), estrecha la mano a un veterano durante su viaje de tres días a Córcega, este jueves. PASCAL POCHARD-CASABIANCA (AFP)

La inclusión en la Constitución de un artículo que reconozca la isla natal de Napoleón Bonaparte como “comunidad insular, histórica, lingüística y cultural” busca que las posibles medidas para la autonomía no choquen con el principio de igualdad. También reconocería su hecho diferencial, como ocurre para los departamentos, regiones y colectividades de ultramar.

El proceso se adivina complicado. Macron dio a los representantes corsos seis meses para negociar un texto definitivo. Después deberá ir a la Asamblea Nacional y al Senado, donde requerirá una mayoría en cada Cámara. Finalmente, debe adoptarse en referéndum, o bien aprobarse por tres quintos de votos en el Congreso, que reúne a parlamentarios y senadores. En 2018, el presidente ya propuso la mención de Córcega en la Constitución, pero la idea quedó archivada.

El tono, sin embargo, era distinto a la visita de hace cinco años, cuando dio un portazo a la mayoría de reclamaciones de la mayoría corsa, en vez de abrir la discusión, como ha hecho esta vez. Hace cinco años terminó el discurso proclamando: “¡Viva la República! ¡Viva Francia!” Este jueves concluyó: “¡Viva Córcega! ¡Viva la República! ¡Viva Francia!”. Viva Córcega, también: el detalle es significativo.

Sobre la lengua corsa, el presidente manifestó la voluntad de que “se enseñe mejor y esté en el corazón de la vida de cada corso”, pero eludió la espinosa cuestión de la cooficialidad. También indicó, sin citarlo directamente, que la discriminación de los foráneos a la compra de residencias es contraria al derecho europeo, pero aceptó aplicar “dispositivos fiscales” contra la especulación inmobiliaria.

La propuesta más novedosa del discurso, este jueves, fue la de ceder a la isla la posibilidad de “establecer normas sobre materias o competencias transferidas”. “Esta capacidad normativa deberá ejercerse bajo el control del Consejo de Estado y del Consejo Constitucional”, precisó. No concretó de qué competencias podía tratarse, pero esta es la medida que más se acerca a una de las reclamaciones clave de la mayoría nacionalista corsa, autonomistas e independentistas: competencias legislativas como las que tienen las comunidades autónomas españolas u otras islas del Mediterráneo.

Macron, sin embargo, quiso dejar claro que no es esto lo que se discute para la isla francesa, paraíso turístico azotado por la criminalidad. “Hay que salir de este o aquel referente, en el Mediterráneo o en Europa”. Córcega no será Cataluña, por ahora.

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